Exposiciones
Carmen Calvo
CARMEN CALVO (Valencia, 1950), último Premio Nacional de Artes Plásticas (2013) es heredera de la “inquietante extrañeza” que viera De Chirico, defensor de la apariencia espectral del mundo cuya percepción sólo está al alcance unos cuantos: “Toda cosa tiene dos aspectos: un aspecto corriente que es el que vemos casi siempre, el que ven los hombres en general, y otro, el aspecto espectral o metafísico que sólo pueden vivir ciertos individuos excepcionales en momentos de clarividencia y de abstracción metafísica” (1919), lo que Freud llamará una desfiguración, un desplazamiento. Desde ese sentimiento de alteridad que es uno de los latidos de su quehacer, las obras de Calvo, abastecidas de la memoria fotográfica, son erigidas tal mundos inquietantes que parecen proponer la ebriedad del crear para olvidar, viaje vertiginoso que transita desde el elogio del silencio de las imágenes y las cosas a las viejas estampas de familia u objetos desvaídos que no permanecen, exactamente, mudos. Ha citado a veces Calvo este fragmento del “Libro del desasosiego” de Fernando Pessoa: “En las vagas sombras de luz por terminar antes que la tarde sea pronto noche, disfruto de errar sin pensar entre lo que la ciudad se vuelve, y ando como si nada tuviese remedio. Me agrada, más a la imaginación que a los sentidos, la tristeza dispersa que está conmigo. (…) Emigro y descanso, como si estuviese a bordo con el navío ya en altamar. (..) ¿Qué tengo yo que ver con la vida?”.
Papeles fotográficos que parecen desandar caminos ajados, evocación también de cómo la presencia de la memoria de los seres que estuvieron, tal actrices o actores de un drama que fuere inasequible a quien deseare escudriñar en su silencio, menciona la posibilidad de la transgresión de la realidad del mundo. Mas también sus imágenes suponen el elogio del desamparo de aquellos en una tierra que se disloca, sobre la eliotiana tierra devastada. Reflexión en torno a la identidad y la apariencia de lo que somos mas proponiendo en ocasiones, también, que la primacía de la indagación en torno a la identidad pueda imponerse a lo imaginario.
Artista caníbal, en el sentido de devoradora de las imágenes, Calvo es admiradora declarada, también, de las inquietantes fotografías y fotomontajes de Dora Maar, la mujer del guante ensangrentado, la artista autorretratada con su doble, otrosí fascinada con las sombras, los muñecos y maniquíes. Como ésta, Calvo cree en los signos y en los significados, no en la mera elevación de formas en el espacio. Efluvios de recuerdos evaporados, es este un territorio evidentemente vallado, que diría Kafka.
Alfonso de la Torre, comisario